Culiacán, Sinaloa, 13 de octubre 2024. Al señalar que la inseguridad y la violencia los ha
dejado sin trabajo y sin la posibilidad de atender dignamente las necesidades de sus
familiares, payaso y motociclistas se pronunciaron por un Culiacán tranquilo, donde las
familias puedan vivir y trabajar en paz y los niños dejen de estar encerrados para jugar e ir a
la escuela.
Congregados alrededor de Catedral Nuestra Señora del Rosario, los actores de esta marcha
pacífica, se dieron su tiempo para tomarse la foto del recuerdo, luego caminaron por toda la
avenida Álvaro Obregón hasta llegar a La Lomita donde escucharon la misa.
De esa manera, los marchistas patentizaron a la ciudadanía de este Culiacán de entre 10 y
11 de la mañana, pero sobre todo a las autoridades, “que queremos vivir en paz, que ya
basta de inseguridad porque los sinaloenses nos merecemos un entorno seguro y de
tranquilidad”.
La manifestación fue organizada por el Motoclub Payasos e integrantes de diversas uniones
de motociclistas. Durante el evento, varios payasos entrevistados, como Chachín, lamentó
que a raíz de la violencia desatada en nuestras calles y ciudades, ha perdido su trabajo y es
muy poco lo que puede llevar a su familia.
Mencionó que para este mes de octubre, había sido contratado para brindar alegría a los
niños en al menos 22 15 fiestas y reuniones, lamentablemente por la misma situación, la
mayoría fueron canceladas. “La gente tiene miedo de ser víctimas de delincuentes o de un
fuego cruzado”, explicó.
Con su nariz de bola roja, pantalones amarillos y gorra y chaleco multicolor, Chachín
lamentó que, igual que muchos de sus compañeros se ha visto obligado a salir a los
cruceros y hacer sus gracias en una ciudad que durante los últimos 30 días ha permanecido
casi desierta y en manos de la delincuencia, sin embargo, no les ha quedado otro remedio,
porque esa ha sido la única manera de poder llevar algo de comida a sus familiares.
Durante el recorrido, con vehículos bellamente adornados con flores blancas de papel y
otros de colores brillantes, el centro de Culiacán se vio de pronto invadido por alegres notas
musicales, como un llamado, un reclamo para las autoridades y para los mismos actores del
conflicto, para que miren esta ciudad que se niega a morir, y en la que cada uno puede
aportar para que vuelva la calma y que las balas sean reemplazadas por la paz y el amor de
todos sus habitantes.