Culiacán, Sinaloa, 21 de mayo de 2025. Decenas de hombres, mujeres y niños, han comenzado a concentrarse desde las primeras horas de esta tarde, en las afueras del penal de Aguaruto: solo quieren conocer cómo están sus familiares después de la balacera suscitada en ese centro de reclusión al mediodía de este miércoles 21 de mayo.
Hombres y mujeres que no quieren aparecer en camaras ni que se difunda su nombre, no le piden nada a las autoridades: «nomás quiero saber si mi hijo está bien», dice una mujer con la voz quebrada.
«Si lo mataron, si está herido, que nos digan…», dice «Saúl», con la humedad en los ojos. Mira fijo la entrada de la penitenciaria mientras andanadas de temor pasan por su cabeza.
Los ciudadanos caminan rumbo a la puerta, miran a los soldados, a la Guardia Nacional, a la policía y se alejan.
No hay autoridad que los atienda, nadie se pone en sus zapatos, parece que no tienen hijos.
?Qué estará pasando tras las rejas de acero que les impiden el paso y no pueden abrazar a los que están dentro?
No hay autoridad que los reciba, que les explique, que les aclare y menos que les de consuelo.
Cae la noche y ellos seguiran ahí, a ratos de pie, caminando, sentados en cuclillas, en el suelo. No sé piensan mover. Ya llegará la luz. Mañana será otro día.