Culiacán, Sinaloa, 12 de noviembre de 2025. Es una responsabilidad del Estado, llegar a las comunidades y decir a las mujeres que tienen derecho de tener su tierra, de tener educación, de acceder al empleo, a créditos, a desarrollar su propia empresa, en suma, a lograr todas sus metas, señaló la socióloga, María Luz Obeso, al lamentar que aún cuando con el gobierno de la Cuarta Transformación se ha ido avanzando en materia de equidad, queda una larga brecha por recorrer, sobre todo en el caso de la mujer del área rural.
Puso como ejemplo que en la actualidad, es posible mirar a las mujeres indígenas y del área rural presidiendo asambleas, encabezando comisarías ejidales, ser presidenta municipales, en suma, han ido avanzando en la participación política y eso conlleva una disminución de la pobreza, sin embargo, todavía hay mucho qué hacer para equiparar sus condiciones de vida al menos al nivel de las mujeres de la zona urbana.
Obeso, con larga trayectoria en la actividad política, en la organización y defensa de los derechos de las mujeres, citó que a raíz de los programas de apoyo implementados por la presidenta Claudia Sheinbaum, se ha logrado reducir la pobreza en la mujer rural.
Dijo al respecto, que hasta 2018, en México 9 de cada 10 mujeres campesinas, estaban en pobreza extrema y que a raíz de los programas sociales, 13 millones han salido de esa situación, destacando que las primeras beneficiadas con los apoyos de 60-64 años, fueron las mujeres del área rural.
«Ellas han sido las primeras en recibir atención de los programas sociales, han avanzado en sus derechos y en consecuencia su situación ha mejorado mucho. En la zona rural hoy tienen mejores condiciones de vida, tienen más oportunidades a través de proyectos productivos, se ha modificado la Constitución para ellas, hoy su atención es una prioridad, aseguró.
Según datos del Instituto Nacional de Geografía e Información, en México, las mujeres rurales todavía enfrentan una situación de pobreza superior a la de sus contrapartes urbanas, con casi la mitad de ellas en condiciones de pobreza.
Esto se debe a factores como menor participación económica, mayor precariedad laboral, menor acceso a prestaciones y, en promedio, jornadas de trabajo más cortas.
El INEGI señala que casi la mitad de las mujeres rurales (49.7%) se encuentran en situación de pobreza, en comparación con el 32.2% en zonas urbanas.
En pobreza extrema existen actualmente 2.4 millones de mujeres rurales y 5.6 millones en pobreza moderada.
Junto con ello, el organismo menciona que la tasa de participación económica en zonas rurales es del 35.6%, casi 14 puntos porcentuales menos que en zonas urbanizadas.
Aún cuando el gobierno se ha preocupado por dar impulso a su desarrollo educativo y económico, todavía sucede que menos de dos de cada 10 mujeres rurales tienen un trabajo o están buscándolo y persiste la precariedad laboral, si se considera que el 51.5% de las mujeres subordinadas y remuneradas en zonas rurales no cuentan con prestaciones, frente al 20.8% en zonas urbanas.
Las mujeres rurales trabajan en promedio 32.9 horas semanales, 10.4 horas menos que los hombres rurales y 5.4 horas menos que las mujeres urbanas.
Otros factores y carencias influyen como el matrimonio infantil expresado en la unión antes de los 18 años, lo que afecta a casi el 30% de las mujeres jóvenes rurales, el doble del porcentaje en zonas urbanas.
Las mujeres en pobreza extrema a menudo enfrentan múltiples carencias sociales como seguridad social, alimentación y rezago educativo, advierte el INEGI.
En 2010, el 20.6% de los hogares en zonas rurales de menos de 15,000 habitantes eran encabezados por mujeres, y un porcentaje significativo de estos se encontraba en situación de pobreza.
Por si esto fuera poco, el Instituto advierte que las mujeres rurales tienen menor proporción de educación básica terminada en comparación con las mujeres urbanas en todos los grupos de edad.