Se deslinda Rocha: No tenemos complicidad con el crimen

Gobernador Rubén Rocha. Engañaron a Zambada.

Culiacán, Sinaloa, 11 de agosto 2024. Tras afirmar en forma tajante “no hay nada, que le
busquen, nosotros no tenemos complicidad con el crimen”, el gobernador Rubén Rocha
Moya, se deslindó de toda relación con el capo Ismael “El Mayo” Zambada García, y
estableció que si al presunto fundador del Cártel de Sinaloa, le dijeron que el mandatario
sinaloense estaría en la reunión con Héctor Melesio Cuén Ojeda y líderes de Los Chapitos,
“le mintieron y si les creyó, cayó en la trampa”.
El Jefe del Ejecutivo en Sinaloa, aseguró que ese jueves 25 de julio, día en que Zambada
García se entregó o fue capturado por agentes del gobierno de los Estados Unidos y que a la
par fue asesinado Héctor Melesio Cuén Ojeda, él no estaba en la entidad, pues había salido
junto con su familia a la ciudad de Los Ángeles, California.
En una carta difundida en el periódico Los Angeles Times, por Frank Pérez, abogado
defensor de Zambada García, éste asegura que fue “secuestrado” al asistir a una reunión
convocada por Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán, en la cual estaría el
gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, el ex rector de la Universidad Autónoma de
Sinaloa (UAS), Héctor Melesio Cuén Ojeda e Iván Guzmán Salazar, líder de Los Chapitos.
Supuestamente, esa reunión era para que Zambada García, operara como mediador entre el
gobernador de Sinaloa y Cuén Ojeda, quienes desde hace más de un año han venido
enfrentando diferencias por la conducción de la UAS.
Este sábado 10 de agosto, en su mensaje de inauguración del Hospital General del IMSS-
Bienestar “Dr. Bernardo J. Gastélum”, donde estuvieron presentes el presidente de México
Andrés Manuel López Obrador y la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, el
mandatario sinaloense, aprovechó para deslindarse de todo vínculo con la delincuencia, que
pudiera derivar de los señalamientos de Ismael Zambada García.
Ahí, Rocha Moya aclaró que no tiene motivo para reunirse con líderes del crimen
organizado y que todos los asuntos que corresponden a su gobierno se hacen por vía de las
instituciones del Estado.
“No quise dejar pasar en el evento frente a mi presidente (López Obrador) y mi presidenta
(Claudia Sheinbaum), no hay nada, que le busquen, nosotros no tenemos complicidades con
el crimen“.
Ese mismo día en el curso de la mañana, había corrido como reguero de pólvora una carta
difundida por Frank Pérez, abogado de El Mayo Zambada García, en el periódico Los
Angeles Times.
En el documento, Zambada García ofrece una versión, según la cual fue engañado,
traicionado y capturado en Culiacán y desde ahí, fue trasladado atado y amordazado en una
avioneta a la ciudad de El Paso, Texas, en donde fue entregado a agentes de la DEA, por
Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo Guzmán e integrante de una facción del cártel de
Sinaloa denominada Los Chapitos.
La carta de Ismael “El Mayo” Zambada
En la carta, Zambada García expresa la siguiente:

“Deseo decir desde el principio que no me entregué y que no vine voluntariamente a
Estados Unidos, tampoco tenía ningún acuerdo con ninguno de los dos gobiernos. Al
contrario, fui secuestrado y traído a Estados Unidos por la fuerza y contra mi voluntad”.
Según la carta, habría sido “El Chapito” quien solicitó a Zambada estar en la reunión en la
que estarían presentes el gobernador Rubén Rocha, Héctor Melesio Cuén e Iván Guzmán
Salazar, para resolver las diferencias en torno a la Autónoma de Sinaloa.
En el documento, ‘El Mayo’ Zambada señala que el pasado jueves 25 julio acudió a una
reunión programada a las 11 de la mañana en el rancho ‘Huertos del Pedregal’, en las
afueras de Culiacán.
“Vi a un gran número de hombres armados con uniformes militares verdes que supuse que
eran pistoleros de Joaquín Guzmán y sus hermanos. Estuve acompañado por cuatro
miembros del personal de seguridad, de los cuales dos se quedaron fuera del perímetro. Los
dos que entraron conmigo fueron José Rosario Heras López, comandante de la Policía
Judicial Estatal de Sinaloa, y Rodolfo Cháidez, miembro de mi equipo de seguridad desde
hace mucho tiempo.
“Mientras caminaba hacia el área de reuniones, vi a Héctor Cuén y a uno de sus ayudantes.
Los saludé brevemente antes de entrar a una habitación que tenía una mesa llena de fruta.
Ví a Joaquín Guzmán López, a quien conozco desde que era un niño, y me hizo un gesto
para que lo siguiera. Confiando en la naturaleza de la reunión y en las personas
involucradas, seguí sin dudarlo. Me llevaron a una habitación que estaba oscura”.
“Tan pronto como puse un pie dentro de esa habitación, me emboscaron. Un grupo de
hombres me agredió, me tiró al suelo y colocó una capucha de color oscuro sobre mi
cabeza. Me ataron y me esposaron, luego me obligaron a meterme en la cama de una
camioneta. Durante todo ese calvario, fui objeto de abuso físico, lo que resultó en lesiones
significativas en la espalda, la rodilla y las muñecas. Luego me llevaron a una pista de
aterrizaje a uno 20 o 25 minutos de distancia, donde me obligaron a subir a un avión
privado.
“Joaquín me quitó el capó de la cabeza y me ató con cremalleras al asiento. Nadie más
estaba a bordo del avión, excepto Joaquín, el piloto y yo”.
El vuelo duró entre 2.5 y 3 horas, sin paradas, hasta que llegamos a El Paso, Texas. Fue allí
en la pista donde los agentes federales de EE.UU, tomaron la custodia de mí. La noción de
que me rendí o cooperé voluntariamente, es completa e inequívocamente falsa. Fui llevado
a ese país por la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y en contra de mi voluntad.
Soy consciente de que la versión oficial que dicen las autoridades estatales de Sinaloa, es
que Héctor Cuén recibió un disparo en la noche del 25 de julio en una gasolinera por dos
hombres en una motocicleta que querían robar su camioneta. Eso no es lo que pasó.
Fue asesinado al mismo tiempo y en el mismo lugar, donde fui secuestrado”.
En la carta difundida por el abogado defensor Frank Pérez, Ismael Zambada García, pide al
gobierno de México y Estados Unidos investigar el caso, para que haya transparencia sobre
la forma en que ocurrieron los hechos, pero sobre todo, para conocer el paradero de sus
escoltas José Rosario Heras López y Rodolfo Cháidez, de quienes nada se sabe después de
ese día en que afirma, fue secuestrado y entregado al gobierno de los Estados Unidos.
Hace también un llamado a los sinaloenses a conducirse con mesura, pues cuando se ha
recurrido a la violencia nada bueno ha salido.

By Redaccion los de apie

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