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Los de apie

El periodismo como función social

A los 100 años de su muerte, resurgen la figura de Villa y de los movimientos

PorElvira García Sainz

Jun 27, 2023

Icónico, Francisco Villa: “Los ejércitos son los más grandes apoyos de la tiranía. No puede
haber dictador sin su ejército”.

Reportaje (Parte I)
Elvira García Sainz
email egsainz@gmail.com

Se disgregan los partidos, se reajusta la política

En tiempos de recomposición política mexicana, las aportaciones sociales del líder
revolucionario Doroteo Arango, o Francisco Villa, son discutidas y recordadas incluso más
allá de cualquier bandera o filiación ideológica.
Así es que mientras los partidos políticos antes dominantes enfrentan un cisma y tratan de
fortalecerse a través de las coaliciones que eran impensables, la recuperación de la figura
del caudillo y gobernante sirven para afianzar la idea de los “movimientos”. Sociales,
políticos, o que aspiran a ser ambos.
El próximo 20 de julio se cumple el centenario de la muerte de Villa. Era 1923, cuando a la
edad de 45 años, murió en Parral, Chihuahua, víctima de una emboscada.
Numerosos adjetivos sirven a la popularización de la figura villista, algunos apuntando a
sus “lados oscuros” y otros casi mostrando idolatría, como lo afirman investigadores e
historiadores. Coinciden, sin embargo, en que sigue siendo un representante eminente del
movimiento transformador el país después del porfiriato.
Lo fascinante en el campo de los estudios sobre Villa son sus contrastes tan marcados.
Para el historiador Samuel Octavio Ojeda Gastélum, se puede llegar a considerar que en la
actualidad “necesitamos otra ‘División del Norte’ que fomente el rescate de la memoria, los
valores y la cultura” que se gestó durante el movimiento revolucionario. Al mismo tiempo,
reconoce que en ese periodo “también hubo acarreados; hubo de todo”.
José Doroteo Arango Arámbula nació en un rancho en La Coyotada, Durango, el 5 de junio
de 1878. Recién se cumplió también, este mes, el 145 aniversario de su natalicio. Se dice
que por ser perseguido adoptó el nombre de Francisco (Pancho) Villa.
Un hombre del norte, fluctuando su vida entre Durango y Chihuahua, quien se incorporó a
los 36 años a la Revolución. “De procedencia rural, forjado en su juventud en la dinámica
de trabajo, que por azares de la vida incursionó en el mundo de la ilegalidad y eso marcó su
existencia”, recordó el maestro Ojeda Gastélum.
El investigador afirma que definitivamente para él Villa fue un bandolero, “a secas”. En eso
se deslinda de Hobsbawm, quien usa el calificativo de “bandolero social”. Lo que sí admite
es que fue un rebelde, un individuo “oscilante en un mundo bronco donde la comodidad y
la vida fácil no existían, y que sabe que la única salida es abrirse paso a la adversidad”.
Hoy se reivindica por igual al personaje. “Esto rebasa los tintes ideológicos o ‘los colores’,
inclusive la manipulación de la figura”, enfatiza el historiador de la Universidad Autónoma
de Sinaloa.
En su perspectiva, la Revolución generó una conversión que ni siquiera pareciera haber
sido planeada ni por el mismo Villa. “No tenía un guion, tenemos a un tipo profundamente
sensible, fiel a sus ideas, que reivindicó el maderismo hasta su muerte misma; bandolero,
bronco, terco”. Infinidad de clérigos en aquel tiempo lo reivindicaron por sus principios y
valores, o sus propuestas sobre cómo organizar la vida rural, aspectos por los cuales
trascendió su personalidad.

El maestro Ojeda Gastélum distingue dos visiones sobre la identidad o colocación social
del líder, una como representante de un movimiento regional, norteño, en la propulsión de
cambios sociales, y otra como parte relevante de su condición nacional como dirigente, y
después gobernante, quien al final vuelve con sus acciones a sus orígenes territoriales.
Para el investigador, el personaje y su papel evolucionaron notoriamente. El villismo,
afirma, es un fenómeno que lo trasciende. “Fue adorado hasta la saciedad por todos los
mochos de Guadalajara”… ejemplificó.
Un punto neurálgico es la toma o triunfo en la batalla de la cuesta de Sayula (1914). Ahí se
perfila una religiosidad que no tenía conexión visible con la vida norteña. Entre caciques
indígenas, tlaxcaltecas y revolucionarios, es donde confluye la figura villista, dando ese
tamiz complejo y “multicolor”, un “arcoiris”, en términos del maestro Ojeda, que envolvió
por igual a los religiosos, gente del pueblo, campesinos e intelectuales como Mariano
Azuela o Julián Medina.
“En los años 13 al 16, Villa se convierte en el revolucionario con carácter popular y el
reflejo de la diversidad social, con capacidad de aglutinar y, en esa coyuntura, no infalible
tampoco, en un gran estratega militar”, refiere Ojeda Gastélum. Felipe Bachomo, Juan
Banderas, Rafael Buelna también fueron villistas.
El asesinato de Francisco Villa magnifica ese papel de líder agrario auténtico y popular que
tuvo tantos seguidores y que saltó de su espacio de joven iletrado al caudillo notable. El
mismo año de su muerte, en 1923, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se intenta la
repatriación de muchos villistas para reivindicarlo.
Posteriormente surgieron obras como “Vámonos con Pancho Villa” (1935-1936), película
de Fernando de Fuentes, “Memorias de Pancho Villa” (1938), novela histórica de Martín
Luis Guzmán, iniciando ese periodo de reivindicación del carácter popular del personaje,
como otras de carácter épico, sumándose al llamado de ¡“Viva Villa, cabrones”!
El maestro Ojeda Gastélum recordó que Vicente Fox “se apropió” de la figura de Madero
en su campaña para ser gobernante. Salinas de Gortari recurrió a Zapata.
“Todos han buscado este asidero con la historia, pero por encima de propósitos
instrumentalistas, Villa está tan vivo porque surgió de las entrañas de una sociedad y supo
construir y aglutinar, siempre marchó con muchas incertidumbres en su vida, pero dando
una gran aportación: la de saber integrar a una nación diversa en pos de una causa común, y
por eso está presente como icono y símbolo de identidad nacional, más allá de
estigmatizaciones”.

Por Elvira García Sainz

Colaborador(a)

2 comentarios en «A los 100 años de su muerte, resurgen la figura de Villa y de los movimientos»
  1. En política nada es como no lo habían contado…felicidades a Elvira García por su trabajo tan bien escudriñando las entrañas de l historia de nuestro país.

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